Una herencia para siempre.

1Pe 1:4  En el cielo tenemos reservada una herencia  indestructible, incontaminada e inmarchitable.


¿Ha notado algo en su casa que se está deteriorando? ¿La pintura ya no brilla como antes? ¿Las ruedas y bisagras rechinan y les falta aceite? ¿La madera tiene polillas o moho? ¿Las flores del jardín están más opacas cada vez? Seguramente algo de eso habrá notado en su hogar, incluso podría mencionar alguna parte de su cuerpo que ya no funciona como antes y siente cierto desgaste. Cuando vemos eso nos causa cierta preocupación o tristeza cómo las cosas se deterioran con el tiempo, por eso suele decirse que "nada es eterno".

El apóstol Pedro nos declara enfáticamente que en el cielo las cosas son muy distintas, ¡allá todo es eterno!.

Todo ha sido construido por Dios indestructible para que dure por la eternidad. Allá no hay peligro de temblores, derrumbes o deterioros, por lo que nunca hará falta reparar nada. Usted tendrá una casa eterna, perfectamente construida, la pintura no perderá su brillo ni será afectada por  la humedad.

Todo ha sido construido por Dios incontaminado, porque en el cielo no hay ni habrá pecado. Allá nada recibirá daño alguno porque todos los que estaremos seremos perfectamente santos tal como Dios. La tierra está contaminada por la corrupción del hombre pecador, pero los que hemos elegido a Cristo seremos perfeccionados, nadie va a sufrir por el egoísmo y corrupción, ni de uno mismo ni de otro.

Por último, todo ha sido construido por Dios inmarchitable, porque el tiempo no afectará la belleza dada por Dios. La naturaleza celestial reflejará por siempre la belleza del Creador, jamás reflejará la decadencia del pecado ¡porque el pecado no existirá más! Usted mismo disfrutará de una perfecta salud y juventud eterna.

¿Qué hay en tu vida que te dificulte mantener tu esperanza en Cristo? Díselo a Dios en oración y ruega Su ayuda para no serle infiel.

Tanta belleza eterna guardada en los cielos debe animarnos a permanecer fieles a Dios, a no desmayar a pesar de las pruebas, todo dolor y dificultad pasajera no se compara a la belleza que podremos contemplar por siempre si mantenemos la esperanza en Cristo.
Vivamos como hijos de Dios y recibamos esa herencia guardada en los cielos.

Comentarios