El evangelio

Mateo 18:13-19 Viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas. Él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.7Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos.

En la actualidad encontramos muchas personas hablando de Jesús, algunos de ellos se hacen llamar cristianos, católicos, evangélicos, testigos, santos de los últimos días, adventistas, gnósticos, metafísicos, maestros de luz, maestros espirituales, cristos reencarnados, etc. Y muchos de ellos hasta suenan convincentes, suenan como ungidos, como poderosos, ¡hasta hacen o parecen hacer maravillas! Otros parecen más centrados en la Biblia y, digamos, más serenos, pero unos predican que Dios ama al pecador y otros predican que no lo ama, unos predican que el evangelio es para adoración, exaltación y humillación ante Dios y otros predican que lo más importante del evangelio somos nosotros y nuestra autoestima… Entonces uno se queda viéndolos y pues se asombra o le causa curiosidad, pero cuando leemos la Biblia nos hace pensar ¿Quién es Jesús? ¿Qué es el evangelio? ¿Ama Dios al pecador? ¿El evangelio es para exaltar al hombre o a Dios? ¿Para qué da Dios poder? ¿Cuál es el mayor regalo del evangelio?

Cuando Jesús preguntó a sus discípulos “¿quien dice la gente que soy yo?” las respuestas de ellos fueron parecidas a las ya mencionadas, pues las personas (que habían visto los milagros de Jesús y oído las declaraciones de Jesús, de Su propia boca, de ser Hijo de Dios y Dios mismo) habían moldeado los hechos a su propio antojo para “dibujar” ante los demás un Jesús que no era el verdadero Jesús. ¡Cuán fácil y atractivo es hacernos un Dios a imagen y semejanza de nuestros pensamientos! Claro, es muy fácil imaginarnos que Dios se ajusta nuestros pensamientos y nos apoya en todo, pero lo que el evangelio enseña es muy difícil: aceptar que nuestra vida y actitudes deben moldearse a los pensamientos de Dios, y que nosotros debemos apoyarlo a Él en todo.

¿Qué es más importante para mí, hacer la Voluntad de Dios o la mía? Una de las mayores faltas que cometemos en esta vida es taparnos los oídos, esto es producto de nuestro propio egocentrismo, por eso Jesús dice “el que tenga oídos para oír, oiga” porque a veces pareciera que sólo los lleváramos de adorno; pregúntese esto ¿Cuántas veces me he equivocado por no querer escuchar y taparme los oídos? Algunos errores habrán sido sencillos y sin gran relevancia, pero otras veces habrán sido mucho más importantes y con consecuencias mayores (como dijo un hermano: las 3 decisiones más importantes de la vida son: Aceptar a Cristo, con quien casarse y qué estudiar). Así que el evangelio enseña: Sé pronto para escuchar y muy lento para hablar, muy lento para enojarse (Stg 1:19) porque de no hacerlo puedes estar dejando de escuchar a Dios mismo.

Entonces ¿reconoce usted que Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios Viviente? (Para más de Cristo ver Isaías 61 y Lucas 1:68-75) ¿Sí? ¡Gloria a Dios! (Pues sólo Él puede iluminar los ojos del ciego de modo que lo reconozcan cómo Verdadero y Único Salvador).

Pero ¿Qué significa o qué implica reconocer a Jesús como el Cristo? Si seguimos leyendo podemos ver que Cristo prometió:
Victoria, principalmente en el sentido de que la Iglesia de Él existiría hasta el fin del mundo, pero también victoria a nivel personal contra el pecado, o sea, libertad. Pero ¿Qué? ¿si en algún aspecto no logramos salir victoriosos significa que Jesús es infiel a Su Palabra? ¡De ninguna manera! Sino que la mayor y más importante victoria no está en esta vida, sino en la otra, ¡la Vida Eterna!
• Lo otro que Cristo prometió fue Poder “lo que ates será atado y lo que desates será desatado” y claro ¿a quién no le gusta el poder? Les aseguro que a la carne le gusta el poder, en algún momento todos hemos soñado que quisiéramos hacer todo cuanto se nos ocurra (por eso se inventan tantos personajes ficticios con súper poderes) pero me acuerdo de un personaje que dijo “todo gran poder conlleva una gran responsabilidad” lo cual es un buen ejemplo de para qué el Espíritu Santo nos da Poder, y es reflejado en Hechos 1:8 (recibiréis poder y me seréis testigos), entonces el poder no es para hacer lo que nos dé la gana, lo que se nos ocurra, no es poder para pecar, no es poder para desobedecer a Dios sino para obedecerlo, para que seamos testigos de que creemos en un Dios Real y Vivo, para que Su Nombre sea Glorificado, Su nombre sea Alabado, NO el nuestro. Amén.
Entonces el evangelio es: Victoria, Vida Eterna y Poder.

El siguiente versículo muestra que Jesús les afirmó que Él sí era el Cristo, el Salvador prometido, a lo cual tal vez algunos no creyeron completamente, pero parece que tampoco se lo refutaron, sin embargo luego vemos que no habían entendido cual era la verdadera labor del Cristo. Asimismo hoy hay quienes dicen que Jesús es el Cristo, pero no entienden el motivo por el cual vino Cristo, o dicho de otra forma, no saben qué es el evangelio.

Piensan que vino a darnos poder para liderar, para ser servidos en vez de servidores, piensan que vino a darnos dinero, a enseñarnos cosas bonitas, a establecer una religión, una nueva doctrina social (que actualmente llaman socialismo) o para corregir este “sistema de cosas”.

El evangelio no es un juego, el evangelio no es un club, el evangelio no es para hacernos ricos o poderosos o famosos, el evangelio no es una religión bonita o un lugar bonito para estar, el evangelio no es diversión sana, el evangelio no es para apoyar doctrinas de hombres, el evangelio no es lo que puedes comer y lo que puedes beber, el evangelio no es qué ropa usas y qué maquillaje te pones. Dios quiere que en todas estas cosas esté Él, pero nada de eso es el evangelio.

Es notable que fue DESPUÉS que reconocieron que Jesús era el Cristo, cuando Él comienza a anunciar su muerte, pero también anuncia su resurrección, parece que nadie presta atención a esta última parte sino que sólo escucharon “muerte” y en este momento comienzan a discutir entre ellos y le dicen a Pedro “tú fuiste el primero en decirle que es el Cristo, tal vez también te escuche si le aconsejas evitarse esos males, debe haber otra opción” entonces Pedro va y le reprende (varias versiones traducen “reconvenir” como “reprender” o “decirle que deje de hablar así”, en la versión griego-español interlineal sale reprender):
“¡Dios no lo quiera, Señor! ¡Esto no te puede pasar!”
y Jesús le responde algo que a cualquiera nos puede pasar en nuestra mente limitada, más aun en los problemas:
“No pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.”
Es asombroso que Pedro haya reprendido a Dios ¿no? Pero nosotros también lo hacemos cuando le criticamos “¿por qué no hiciste tal cosa así como yo digo? ¡Así hubiera sido mejor!” o cuando con nuestras acciones decimos “¡Yo sé lo que quieres que haga pero lo haré a mi manera!” o “¡Yo sé que me estás llamando pero yo no quiero que mi vida cambie!” Pero sinceramente ¿Cree usted que tiene sentido regañar, desobedecer o criticar a Dios? Le aseguro que no.

Entonces el evangelio enseña una obediencia ciega a Dios, y Él le irá mostrando “cosas nuevas que usted no conoce” a medida que usted lo vaya reconociendo como el completo Señor de su vida y así aprenda a clamar a Él cada vez más. Él comienza dando la leche, y va dando contenido más fuerte a medida que usted va creciendo y clamando, y le aseguro, Él sabe cuándo le va a dar la comida que usted necesita, no se desespere y no se ponga a estar dándole órdenes o regaños a Dios.
Entonces el evangelio nos dice: Clama y espera, ÉL es Soberano, no tú.


Antes de seguir le pregunto: Si pudieras elegir entre a) un cielo completamente espectacular, con todas las bendiciones de este mundo y muchas más, sin muerte, tristeza ni dolor, y sin la presencia de Dios o b) un cielo sencillito, tranquilo y sin grandes posesiones materiales, pero con la presencia de Dios ¿cual elegirías?

Bueno llegamos a uno de los puntos centrales del evangelio, motivo por el cual muchos dejan la iglesia, o “dejan de ser evangélicos”, uno de los aspectos más fuertes del evangelio y que tienen que ver con la pregunta anterior:

El evangelio no es comodidad para esta vida, el evangelio implica la total negación de uno mismo, no es que voy a abandonarme al olvido obviamente, ni que voy a ser un vago, al contrario, significa que debo entregar mis fuerzas a Jesús, que debo estar disponible para lo que Él me pida, no para lo que yo quiera, sino para lo que Dios quiera. Obviamente esto es difícil pero “¿De qué me servirá ganar todo el mundo, si pierde mi alma? ¿O qué daré a cambio de mi alma?” Yo sinceramente no sé que me pedirá Dios o qué le pedirá a cada uno de ustedes, pero lo cierto es que debemos rogar a Dios que nos enseñe a ser desprendidos de lo que tenemos de manera que podamos dejar todo lo que sea necesario con tal de agradarle, obedecerle y servirle a Él. No es fácil y obviamente no suena muy llamativo o agradable, pero le aseguro que al final lograremos comprobar la Voluntad de Dios, Buena, Agradable y Perfecta.

Por tanto, el evangelio exige la negación de uno mismo para poder seguir a Jesús hasta el final ¡no hay forma avanzar por la puerta estrecha si no abandona toda su carga!

Entonces ¿qué es el evangelio? Pues ¡El evangelio es poder de Dios para Salvación!
Dios es Su Inmenso Amor NO MERECIDO, se complació en regalarnos la única forma de volver a estar junto a Él por siempre, porque lo que nos merecíamos por nuestro pecado es la condenación eterna o separación eterna de Dios, no es que Él nos necesitara sino que sabe que nosotros lo necesitamos A ÉL, por eso nos abrió un Camino. El evangelio no es para nada la manifestación de nuestra grandeza sino la manifestación de nuestra incapacidad de salvarnos y por tanto ¡DE LA INMENSA E INMERECIDA MISERICORDIA DE DIOS!
¡ASÍ QUE VIVA EN AGRADECIMIENTO A ÉL!


¡El mayor regalo del evangelio YA nos ha sido dado, que es Dios mismo morando EN nosotros y POR nosotros! ¿Qué más se le puede pedir? ¡¡¡Deje la quejadera y viva en alabanza!!!

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