FRUTOS DE LA SALVACIÓN






Un buen árbol produce frutos buenos y un árbol malo produce frutos malos. Un buen árbol no puede producir frutos malos y un árbol malo no puede producir frutos buenos. Así es, de la misma manera que puedes identificar un árbol por su fruto, puedes identificar a la gente por sus acciones. (Mateo 7:17-18,20)

A veces, cuando predicamos el evangelio, caemos en el error de predicarlo demasiado resumido. Una de las técnicas más usadas son las famosas 4 leyes espirituales (algunos las llaman así y otros las llaman de otra forma o sencillamente no le dan nombre). Éstas contienen grandes verdades bíblicas pero de una forma tan compactada (me atrevería a decir que en un alto porcentaje de los casos) se generan algunos fenómenos:
11)  El evangelio que recibe el oyente no incluye la consagración y tomar la cruz.

22)  El oyente suele aceptar que Dios es Amor, que es un pecador, que Jesús vino para salvarnos y, obviamente, que quiere ir al cielo.

33)  Se le ofrece al oyente repetir una oración la cual muchas veces repiten.

44)  Decimos “hoy aceptaron tantos y cuantos”

55)  Un alto porcentaje de esos que “aceptaron” evita los estudios bíblicos y la congregación.
Otros casos parecidos son los que escuchan el evangelio durante algún tiempo y “aceptar a Jesús” por motivos personales (entre los más comunes están la salud y el enamoramiento de algún miembro de la iglesia) y luego de ver cumplido, o no, su deseo, se alejan de la iglesia y todo lo que tenga que ver.

Entonces uno se pregunta ¿realmente aceptaron a Jesús?

Es verdad que la salvación es desde el mismo momento en que uno cree (Efesios 2:8a “Dios los salvó por su gracia cuando creyeron…”), pero es igualmente cierto que la fe en Jesús da frutos, frutos dignos de arrepentimiento (Mateo 3:8).

Para que se le grabe a quien no se le haya grabado, me gusta repetir que La salvación se obtiene al momento de aceptar a Jesús, sin embargo, la salvación también es un proceso (y además es un suceso futuro, cuando vayamos a la Gloriosa presencia de nuestro Señor). Cristo NO es un juego, la Vida Eterna NO es un juego.

Bien, podemos decir con seguridad que nosotros no conocemos el corazón de una persona para saber inmediatamente si esa persona aceptó a Jesús o no, eso sólo lo sabe Dios.

Pero en el proceso sí se podrá conocer, con el tiempo se revelará si dicha persona realmente aceptó al Señor, pues Él dice: Un buen árbol produce frutos buenos y un árbol malo produce frutos malos. Un buen árbol no puede producir frutos malos y un árbol malo no puede producir frutos buenos. Así es, de la misma manera que puedes identificar un árbol por su fruto, puedes identificar a la gente por sus acciones. (Mateo 7:17-18,20).

Además, es bien sabido que los árboles necesitan tiempo para crecer y dar frutos, y la mejor forma de saber qué árbol es cada uno es esperar precisamente a que den esos frutos, como el trigo y la cizaña, que crecen muy parecidos y sólo se sabe qué clase de árbol son cuando dan su fruto, el trigo da fruto sano y comestible mientras que la cizaña da un fruto venenoso. En ese caso los agricultores expertos saben distinguir el fruto del trigo y de la cizaña, nuestro deber es aprender a reconocer los frutos para no permitir que envenenen a la iglesia. Por estos motivos, porque no conocemos el corazón de los demás y porque sabemos que quien no se entrega a Cristo totalmente no será salvo (no se puede servir a dos señores), es que hay que estar CONSTANTEMENTE orando por todos los miembros de la iglesia.

¿Y cuáles son esos frutos? Romanos 6:22 dice “Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.“ Aquí podemos ver la salvación futura, la vida eterna que anhelamos y que es promesa de Dios PARA LOS QUE CREEN EN JESÚS, pero también podemos ver que el fruto de haber sido libertados es la santificación (recordando siempre que sólo somos libres al creer en Jesús ¿hago mucho énfasis en creer en Jesús? Gloria a Dios). La santificación es apartar toda su vida para Dios, no solamente dejar de hacer cosas malas sino también sustituirlas por HACER cosas buenas, como dice Efesios 2:10 “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”

Buenas obras, son muestras inevitables de nuestro agradecimiento hacia Dios por habernos salvado en Cristo Jesús, pero de entre ellas merecen resaltarse las obras que son algo más interno, no tanto de acciones particulares como puede ser servir, escuchar, orar, estudiar la Biblia, predicar, sino que son algo más de nuestra forma de vivir, no solamente de acción sino de cómo reaccionamos a los eventos que se nos presentan en nuestra vida, esto es el fruto básico del Espíritu Santo morando y  obrando en nosotros.
Y es que “el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza;” (Gálatas 5:22-23).

Estos son los frutos de los creyentes y son frutos que van siendo más y más abundantes a medida que pasa el tiempo, igual que pasa con los árboles. Como dice Lucas 8:15 de la semilla que cayó en buena tierra “éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia” ¡FRUTOS CON PERSEVERANCIA, INSISTENCIA PARA AQUELLOS QUE SON UN BUEN TERRENO!
¿Quiere usted ser un buen terreno que dé fruto con perseverancia? Si no sabe la respuesta permítame decirle que usted aún no se ha entregado completamente a Jesús, aún no tiene la salvación eterna, Y NECESITA ENTREGARSE AHORA MISMO.

Para terminar, los frutos de recibir a Jesús como Salvador, son Buenos, Agradables y Eternos, son mucho mejores que cualquier fruto que usted actualmente tenga en su vida, NO HAY NADA QUE SE COMPARE A LA BENDICIÓN DE JESUCRISTO MORANDO EN MÍ Y REINANDO EN TODO MI SER.
Si usted quiere ver estos frutos brotando en usted ¡acepte a Jesucristo como Salvador!
Si ya lo aceptó y aún no ve alguno de estos frutos ¡ruéguele al Señor que haga esta obra en usted porque Él puede hacerlo!
Pero si usted ya ha visto estos frutos brotando en usted ¡dele gracias a Dios y alabe al Señor!

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