Prejuicios

Jua 7:7,24  El mundo me aborrece porque yo testifico que sus obras son malas. No juzguen por las apariencias; juzguen con justicia.
Jua 7:51  —¿Acaso nuestra ley condena a un hombre sin antes escucharlo y averiguar lo que hace?
Jua 7:52  —¿No eres tú también de Galilea? —protestaron—. Investiga y verás que de Galilea no ha salido ningún profeta.

Hace cierto tiempo vi una película donde un joven afroamericano fue asesinado por la policía porque lo vieron por la calle, asumieron que era un criminal y lo mandaron a tumbarse al suelo, entonces cuando el joven iba a llegar al suelo se sacó de la chaqueta algo que le impedía acostarse; cuando los policía le vieron meter su mano en la chaqueta asumieron que estaba armado y le dispararon repetidas veces. Este caso visto en una película es un reflejo de la realidad que se vive en muchos lugares, donde se juzga simplemente a la persona por su apariencia física.

En los evangelios vemos que Jesús sufría de prejuicios, pero no por su apariencia física (aunque la biblia dice que él no era resaltante en belleza, pero no se menciona que lo juzguen por eso), sino el prejuicio venía por su mensaje.

Jesús les dijo "no juzguen por las apariencias, sino con justo juicio" pero más adelante vemos que ellos usaron el argumento (falso) de que Él era de Galilea como base para su juicio, es decir, precisamente juzgaron sin justicia, sin averiguar bien los hechos (que Jesús era de Belén como ellos mismos sabían que sería el Mesías) sino que juzgaron por las apariencias, porque aparentemente Jesús era sólo un farsante que venía de una región de gentiles impíos (Galilea de los impíos). La magnitud de este mal juicio fue tal que lo mataron. Claro, este falso juicio sólo fue una tapadera para el prejuicio real: no nos gusta que nos llame pecadores.

Esto me lleva a pensar en cuántas veces y en qué maneras podría yo haber asesinado con mi actitud y palabras a alguien sólo por causa de un prejuicio, de algo que no me gusta en esa persona, ya sea física o culturalmente. Hay que recordar que un "simple" insulto nos hace culpables de asesinato.

Dios nos ayude a evitar todo prejuicio en toda situación, que escudriñemos bien antes de tomar una decisión, y aún cuando dicha decisión implique la reprensión de esa persona, nunca nos falte la humildad, mansedumbre y misericordia para no sólo reprender sino también acompañar a esa persona en su restauración espiritual, que venga o vuelva a tener el gozo de la salvación.

Hno. Reggie Coronado

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